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Capítulo 39.

—¿Qué estás haciendo aquí? —inquirió Jimin.

Donyul mantuvo la mirada fija en la bebé que Jimin llevaba en brazos, algo que claramente no le agradó. Después de un incómodo silencio, Donyul habló.

—Me he instalado en uno de los departamentos. ¿Y tú? —continuó Donyul, aparentemente interesado—. ¿Trabajas en el hotel?

—No, vivo aquí con mi esposo —respondió sin titubear.

Los ojos de Donyul se entrecerraron un poco, la sorpresa apenas perceptible en su rostro antes de que una sonrisa irónica lo reemplazara.

—¿Esposo?, no tienes que mentir, trabajar aquí no es tan humillante —dijo con desdén.

Jimin negó con la cabeza, prefiriendo no responder, intentó moverse, dispuesto a dejar atrás ese encuentro y la conversación, pero antes de dar un paso Donyul lo sujetó del brazo, deteniéndolo.

—Suéltame —exigió, su tono firme, aunque con el pulso acelerado.

Donyul sonrió, con una sonrisa arrogante, y lo miró directamente a los ojos.

—Sabes cuánto odio que me den la espalda cuando no he terminado de hablar, Jimin —respondió, su voz cargada de cinismo.

Jimin lo miró con frialdad, sin permitir que el miedo se reflejase en su rostro.

—No me importa. Suéltame ya mismo.

En ese instante, el sonido del elevador anunciando su llegada interrumpió el intercambio, y Jimin dirigió su mirada hacia las puertas al abrirse. Jungkook apareció, avanzando hacia el auto para recoger las bolsas que había dejado, pero cuando notó la escena frente a él se detuvo. Su rostro reflejó una fugaz sorpresa, que pronto desapareció, reemplazada por una expresión seria.

—¿Qué ocurre aquí? —dijo Jungkook con voz serena pero cargada de autoridad.

Donyul miró al de ojos verdes con un destello de ironía en sus ojos antes de soltar el brazo de Jimin, aunque no sin antes hacer sentir su presencia en cada segundo. El ojiazul dio un paso hacia atrás, intentando recuperar la compostura, mientras su esposo se colocaba a su lado, irradiando tranquilidad y seguridad. En ese momento, Ayla tiró de la camisa de Jungkook, buscando que la cargara.

—No pasa nada, es un viejo conocido —contestó Jimin, algo nervioso e incomodo.

—Ya veo —contestó Jungkook, sin dudarlo, tomó a la bebé en brazos, y le dedicó una sonrisa suave.

Donyul observó al recién llegado con una mueca burlona.

—Jeon Jungkook... —comenzó, con un tono que destilaba sarcasmo—. Es toda una sorpresa verte nuevamente y de esta manera.

Jimin abrió los ojos en grande ante la revelación de que ellos dos se conocían, incluso hasta su estómago se revolvió. Jungkook no le contestó a Donyul y en cambio le dedicó a Jimin una mirada tranquila, que parecía transmitirle un silencioso mensaje de apoyo y protección.

—Amor, ¿por qué no vas por las bolsas que quedan en el auto? Nosotros iremos detrás de ti en un momento.

Jimin asintió con gesto leve sin dudar. Se dirigió al auto sin mirar atrás y, una vez que tomó las bolsas, entró rápidamente al elevador alejándose de la escena. Sabía que su amado cuidaría de su hija.

Jungkook se mantuvo en silencio unos segundos después de que Jimin se fuera, sosteniendo a Ayla en brazos mientras veía a Donyul con una expresión serena y distante. Donyul esbozó una sonrisa irónica, consciente de la tensión en el aire.

—Qué ironía, ¿no? —comentó Donyul con desdén—. Nunca imaginé verte casado y... con una hija.

Jungkook mantuvo la compostura, sin responder. En su mente, sin embargo, se deslizaban recuerdos de aquella traición que lo había marcado profundamente.

"El agotamiento era evidente en el rostro de Jungkook, pero aún así quería intentar salvar lo poco que quedaba de su relación con Ryusun. Llevaban más de dos años saliendo, pero en los últimos meses las cosas iban bastante mal entre ellos. Había pasado semanas escuchando los consejos de Donyul, quien siempre parecía estar allí para él, apoyándolo como el amigo leal que Jungkook pensaba que era.

Jungkook recordó la última charla que tuvo con su amigo ese día, le había confesado las inseguridades que Ryusun le transmitía, sus constantes quejas sobre la falta de atención y el tiempo que él le dedicaba a su trabajo. Donyul lo había escuchado con una paciencia infinita, dándole palmaditas en la espalda y aconsejándolo.

Dale un poco de espacio, Jungkook. Las mujeres quieren sentir que son lo más importante en nuestra vida —le dijo Donyul mientras apuraba su vaso de whisky, sonriendo de lado—. Confía en mí, solo dale tiempo y demuéstrale que ella sigue siendo tu prioridad. Con unos detalles y un par de días libres, todo se resolverá.

Con esa última conversación en mente, Jungkook subió las escaleras de su apartamento, Ryusun vivía con él en su pent-house, con un ramo de flores en una mano y una botella de vino en la otra. Quería seguir el consejo de Donyul, reconectar con su novia, hacerle sentir que él estaba dispuesto a arreglar las cosas.

Sin embargo, al abrir la puerta, el silencio lo recibió con un peso extraño. Dejando las flores en la mesa de entrada, avanzó cautelosamente por el pasillo, sintiendo una inquietud inexplicable en el pecho. Escuchó entonces las voces bajas que provenían de su dormitorio, y al acercarse, reconoció la risa suave de Ryusun y, para su sorpresa, el tono familiar de otra persona más.

Se detuvo frente a la puerta entreabierta y, con el corazón en la mano, escuchó su conversación, los murmullos que rápidamente se transformaron en un golpe brutal a su confianza.

¿Hasta cuándo tengo que seguir fingiendo? —escuchó a Ryusun decir con tono de frustración—. Ya me tiene harta. Ya estoy cansada de hacerle la vida difícil y de molestarle. Ya no se me ocurre otras maneras de lastimarlo, no importa que haga, él sigue conmigo como un perro faldero.

Jungkook sintió un nudo en el estómago, pero no pudo moverse.

Un poco más, mi amor —respondió.

Esa era la voz de Donyul.

Ten paciencia —dijo con voz calmada y casi entretenida—. Solo espera el momento adecuado, y te prometo que será perfecto. El golpe será más doloroso para él si lo hacemos cuando menos lo espere, cuando crea que las cosas entre ustedes ya están bien.

Jungkook no resistió más y empujó la puerta, allí en su propia cama, vio a Donyul y a Ryusun enredados entre las sábanas, ambos mirándolo al inicio con una leve sorpresa, pero luego la expresión de ambos cambió a una de absoluta tranquilidad, como si lo que pasara fuera la cosa más natural del mundo.

¿Cómo pudieron hacerme esto? —preguntó finalmente.

El dolor y la confusión dominaban sus pensamientos.

Supongo que ya no hay necesidad de seguir fingiendo, ¿verdad? —dijo Donyul—. Siempre he querido verte perder. Y, bueno, creo que este es el punto final.

Jungkook no podía encontrar las palabras. Quería gritar, quería golpear a Donyul, quería hacer algo, pero todo dentro de él se sentía roto, como si su corazón se hubiera convertido en cenizas.

—¿Por qué? —logró preguntar con la voz rota, su mirada alternando entre ellos, buscando algún atisbo de compasión, de arrepentimiento, de algo que explicara cómo habían llegado hasta ese punto.

Ryusun soltó una risa amarga.

—Porque nunca te quise, Jungkook —dijo fríamente—. Todo esto era por Donyul. Siempre ha sido él. Tú solo fuiste un medio para un fin.

—Siempre fuiste tan ingenuo, Jungkook. Era solo cuestión de tiempo para que vieras cómo son realmente las cosas —dijo, su tono calmado, lleno de desprecio—. Siempre te creíste superior, ¿verdad? El chico brillante que se llevaba todos los éxitos. Pero en realidad... nunca fuiste nadie.

Jungkook dio un paso atrás, sintiendo que sus piernas apenas lo sostenían. Cada palabra era como un golpe directo, socavando los cimientos de todo lo que creía cierto.

—¿De eso se trataba todo esto? ¿De una especie de venganza? —preguntó, tratando de comprender.

Ryusun soltó otra carcajada, y con una frialdad que él jamás imaginó, dijo:

—Era cuestión de tiempo para que alguien llegara y te quitara todo.

La mente de Jungkook comenzó a entrelazar las piezas, recordando cada consejo que Donyul le había dado, cada vez que lo había alentado a volverse "más atento" con Ryusun, a darle más tiempo, a dejar su trabajo de lado por ella. Todo había sido una manipulación hábil, diseñada para hacerle bajar la guardia, para prepararlo para este momento.

Donyul, todavía con esa expresión altiva, añadió:

—La verdad es que Ryusun y yo nos hemos divertido bastante a tu costa. Fue muy fácil, Jungkook, casi demasiado. Y si tú realmente no lo viste venir... bueno, entonces tenías que aprender la lección de no ser tan idiota.

Esas palabras desataron algo dentro de Jungkook. Su corazón roto se llenó de una furia que nunca antes había sentido. Sin decir nada, se acercó y, con una fuerza inesperada, agarró a Donyul del brazo, arrancándolo de la cama. Donyul intentó resistirse, pero Jungkook lo sacó a rastras de la habitación y lo empujó hacia la puerta del apartamento.

¿Qué te pasa? —protestó Donyul, pero la fuerza con la que Jungkook lo sostenía lo dejó sin escapatoria.

Ryusun, envuelta en las sábanas, miraba la escena con incredulidad. Pero Jungkook no le dedicó ni una sola palabra. Volvió por ella y, sin darle tiempo a reaccionar, la tomó del brazo con la misma firmeza.

¿Jungkook? ¿Qué haces? —gritó, intentando soltarse, pero Jungkook no se detuvo. La arrastró fuera del dormitorio sin importarle sus gritos de protesta.

Sin dudar, abrió la puerta principal y lanzó a ambos al pasillo, sus ojos llenos de una ira que Ryusun y Donyul jamás habían visto en él.

—Fuera de mi casa, y fuera de mi vida —escupió Jungkook con voz firme y cortante.

Ryusun y Donyul, sorprendidos y vulnerables, intentaron recomponerse, pero Jungkook les cerró la puerta en la cara sin darles ni un segundo más. Finalmente, solo, apoyado en la puerta cerrada, dejó que el dolor lo atravesara completamente."

De vuelta al presente, Jungkook miraba a Donyul con la misma calma aparente, aunque sabía que Donyul podía percibir en su silencio que él no había olvidado nada de lo que había pasado entre ellos.

—¿No vas a preguntarme qué hago aquí?

—No me importa lo que hagas aquí —dijo Jungkook, manteniendo su tono tranquilo pero firme—, pero te sugiero que centres tu energía en tu propia vida.

Por un momento, Donyul pareció sorprendido por la calma con la que Jungkook le hablaba, como si esperara un estallido de ira en lugar de esa serenidad gélida. Aún así, no tardó en recuperarse, y una sonrisa burlona cruzó su rostro. Estaba decidido a provocarlo.

—¿Entonces sabes que tu esposo y yo fuimos pareja? —preguntó Donyul con malicia, dejando claro que disfrutaba cada segundo de la tensión que aquella pregunta cargaba—. La verdad estuvimos juntos durante un buen tiempo.

Jungkook no mostró ninguna reacción evidente. Por dentro, sentía una ligera punzada al confirmar lo que su intuición le había dicho desde el primer momento al verlos juntos; algo en la incomodidad de Jimin y la cercanía que Donyul había intentado imponer no había pasado desapercibido. Pero en lugar de darle el gusto de una reacción, Jungkook solo lo miró, casi con una mezcla de lástima y aburrimiento, como si Donyul fuera solo una molestia más.

—No necesito de tus explicaciones, Donyul —respondió Jungkook en un tono suave, clavando su mirada en él—. Tu vida y tus intentos de hacerme daño quedaron en el pasado —acomodó la cabecita de Ayla en su hombro, la bebé se estaba durmiendo, dándole un enfoque claro a su prioridad en ese momento—. Si tú y Jimin compartieron algo, es asunto de ustedes. Mi única prioridad es lo que tengo con él ahora.

Donyul fue incapaz de responderle y en cambio sonrió amargamente.

—Buenas noches, Donyul.

Y con la pequeña en brazos, Jungkook dio media vuelta y se alejó, consciente de que, aunque los fantasmas del pasado todavía rondaran, su presente estaba construido con algo mucho más fuerte.

✧✦✧

Era casi medianoche, y la ciudad parecía estar en silencio absoluto. La detective Roseanne y Hoseok aguardaban dentro del auto junto a un equipo de agentes especiales, observando el almacén abandonado donde los sabuesos de Lucius habían estado operando en la oscuridad. Sabían que esta era su mejor oportunidad para capturarlos.

Con una señal de Roseanne, todos los agentes se prepararon. Equipados con chalecos antibalas y armas en mano, el equipo se movió con precisión, rodeando el edificio para bloquear cada salida. Roseanne y Hoseok lideraban el avance, moviéndose en completo silencio hacia la entrada principal.

Uno de los sabuesos vigilaba la entrada, pero antes de poder reaccionar, un agente lo derribó rápidamente y lo dejó inmovilizado. Mientras tanto, Roseanne y Hoseok avanzaron al interior, seguidos por los agentes especiales que cubrían todos los ángulos.

Al llegar al área de descarga, Roseanne levantó su arma y gritó con voz firme:

—¡Policía! ¡Están rodeados! ¡Entréguense!

Los hombres de Lucius se quedaron petrificados al ver cómo un equipo de agentes especiales los apuntaba desde todos los puntos estratégicos. Intentaron buscar una salida, pero era inútil. Los agentes ya bloqueaban cada puerta y ventana, preparados para cualquier intento de fuga.

Uno de los sabuesos intentó sacar su arma, pero Hoseok fue más rápido, desarmándolo y lanzándolo al suelo con una llave precisa. En cuestión de segundos, los agentes redujeron a los sabuesos y los esposaron, asegurándose de que ninguno escapara.

Mientras el equipo confirmaba que todos estaban bajo control, Roseanne se acercó a Hoseok, con una expresión de satisfacción en el rostro.

—Buen trabajo —dijo Roseanne, observando a los hombres capturados—. Esto nos acerca más a Lucius.

Jung asintió, mirando a los sabuesos que ahora estaban indefensos.

✧✦✧

Lucius estaba sentado detrás de su elegante escritorio, con las luces bajas y el humo de su cigarro llenando el aire. Frente a él, una serie de documentos de negocios que normalmente repasaría con tranquilidad, pero esa noche algo lo tenía inquieto. Su teléfono vibró, interrumpiendo su concentración. Miró la pantalla y frunció el ceño al ver que era uno de sus contactos de confianza.

—¿Qué ocurre? —respondió Lucius, con voz suave pero cortante.

Del otro lado de la línea, la voz del contacto sonaba agitada.

—Señor, tenemos un problema. La policía atrapó a dos de sus hombres... los sabuesos, Mark y Eril. Ambos estaban en el almacén cuando la policía llegó, tenían una orden de arresto en contra de ellos dos.

El cigarro que Lucius sostenía quedó suspendido en el aire, mientras sus ojos se entrecerraban con furia. Dejó el cigarro en el cenicero, su mandíbula tensándose.

—¿Cómo demonios pasó eso? —preguntó, su voz baja pero llena de amenaza.

—No estamos seguros. Todo pasó muy rápido. Un operativo sorpresa... alguien debió haber dado información. Los tienen en custodia ahora mismo.

Lucius se levantó lentamente de su silla, caminando hacia la ventana de su oficina que daba a la ciudad iluminada. Su mente trabajaba frenéticamente. Sabía que esos sabuesos no eran lo suficientemente leales como para quedarse callados bajo presión. Había demasiada información en juego, demasiados secretos que podrían comprometerlo.

—Si abren la boca, estoy acabado —murmuró para sí mismo, con los puños cerrados a los costados.

Pero no era la primera vez que enfrentaba una situación así. Tomó su cigarro de nuevo y lo encendió, dejando que el humo llenara la habitación mientras trazaba el siguiente paso para asegurarse de que todo volviera a estar bajo control. De repente, su expresión cambió. Volvió a tomar el teléfono y dijo con calma:

—Mueve a nuestros contactos dentro del departamento de policía. Quiero que esos dos desaparezcan antes de que puedan decir una palabra más.

La voz del otro lado titubeó, consciente de la gravedad de la orden.

—Entendido, señor. Me ocuparé de ello.

✧✦✧

Jimin entró al departamento con las bolsas en mano y las dejó en la mesa de la cocina, intentando estabilizar su respiración. A pesar de que la presencia de Jungkook y Ayla le brindaba una sensación de paz, el desagradable encuentro con Donyul había revuelto sentimientos que él creía enterrados. Colocó una de las bolsas con frutas sin mucho cuidado, y antes de que pudiera reaccionar, las frutas cayeron al suelo rodando por la cocina.

Mientras recogía las frutas esparcidas por el suelo, Jimin sintió que el nudo en su estómago se hacía más fuerte. El roce de sus dedos con las piezas de fruta desencadenó una imagen del pasado, un recuerdo que había intentado enterrar en lo más profundo.

En su mente, se vio así mismo en el antiguo despacho de Donyul, trabajaba para él como diseñador gráfico, con las luces tenues y el reloj en la pared marcando una hora en la que todos en la oficina ya se habían ido.

"Jimin, era más joven y con una mirada cargada de inseguridad, respiró hondo antes de hablar.

—Creo que... lo mejor sería que termináramos con esto, Donyul. No puedo seguir con una relación que me hace sentir como un secreto... como algo vergonzoso. No merezco esto.

Apenas terminó de hablar, vio cómo la expresión de Donyul cambiaba. La suavidad aparente en sus ojos desapareció, transformándose en una mirada fría y penetrante que lo descolocó por completo. En un segundo, Donyul avanzó un paso, y antes de que Jimin pudiera retroceder, sintió un golpe agudo en la mejilla.

Todo sucedió en un instante. Jimin tropezó hacia atrás, su cuerpo chocando contra la mesita detrás de él, y un frutero cayó al suelo, desparramando manzanas, naranjas y uvas a su alrededor. La escena, llena de frutas rodando por el suelo, hacía eco de su propia confusión y del dolor que sentía en la mejilla.

Jimin, aturdido y adolorido, alzó la vista hacia Donyul, su mente tratando de asimilar lo que acababa de suceder. Las lágrimas asomaban en sus ojos, pero intentaba contenerlas.

Donyul, como si no hubiera hecho nada, respiró hondo y miró a Jimin con frialdad.

—Jamás vuelvas a decir una tontería como esa —dijo en un susurro cortante, sus ojos reflejando su ira—. No tienes idea de lo que dices. ¿Crees que puedes irte así de fácil? —su tono era duro, pero un rastro de algo más asomó en sus palabras, como si Jimin fuera una posesión que no estaba dispuesto a perder—. Yo... yo no puedo vivir sin ti, Jimin. Lo siento, de verdad, y no volverá a pasar. Pero tú tampoco puedes volver a decir que vas a dejarme.

Jimin bajó la mirada, con su corazón encogido y el dolor extendiéndose tanto en su mejilla como en su pecho. No sabía qué era peor, si el golpe o la súplica retorcida de Donyul. Finalmente, sus ojos se llenaron de lágrimas, pero, con todo el dolor que sentía, se obligó a no decir nada."

De regreso al presente, Jimin respiró hondo, apretando una manzana en su mano, lo que ocurrió aquel día era una herida bastante dolorosa que era difícil de cerrar, incluso ahora.

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